La Pampa de La Julia ( Quiruvilca) - Historia

Aquel día Julia se levantó , muy temprano como de costumbre, abrió la puerta de su precaria vivienda y coloco en la parte más alta una bandera blanca y una canasta, La bandera anunciaba la venta de chicha de jora y la canasta anunciaba la venta de pana elaborado con harina de trigo. Este era un lugar estratégico donde los viajeros y arrieros descansaban y saciaban la sed y el hambre que les ocasionaba los largos viajes. Rayaba la aurora y apareció Josefa.

-          Buenos días doña Julia – saludo la noble pastora

-          Buenos días Josefa, ¿ Cómo has amanecido?

-          Anoche he tenido un mal presentimiento- contesto Josefa – me entro una pena y unas ganas de llorar, casi no he podido dormir.

-          - Yo tampoco he podido dormir – agrego Julia – los perros han aullado a la media noche,  ¿Que ira a suceder?, Tienes que llevar los animales con mucho cuidado y no muy lejos, anda por la poza verde cerca de la pampa (Hoy Santa Catalina), ahí hay suficiente pasto y mucha agua.

-           Está bien doña Julia; si alguna cosa sucede yo vengo corriendo a avisarle,

-          Que Diosito nos cuide hermanita, mañana deben regresar de Huamachuco Sixto y Nicanor, yo te llevo el almuerzo; sales a la loma para que comas, además esta cerquita noma.

La pastora se percino y hecho a andar sus ovejas y reces; junto a ellos iban sus tres perros inseparables. Al llegar al lugar indicado, los animales empezaron a arrancar el fresco pasto; los perros retozaban por el verde campo, la pastora muy contenta los observaba y sonreía, de pronto la mujer observo que a lo lejos en la parte baja  un grupo de gente con trajes iguales, caminaban apresurados, aparentemente con direcciona ella. La muchacha muy asustada corrió y se ocultó sobre una piedra grande para ver desde ahí  quienes eran aquellas persona, el grupo de se acercaba  cada vez más y pudo apreciar que algunos venían en caballos, también pudo notar  que portaban armas de fuego lo cual aumento más su temor y preocupación, pero además pudo observar la bandera peruana en los gorros y uniformes de algunos hombres esto le dio un poco de tranquilidad, son nuestros soldados se dijo a sí misma, seguramente la guerra sigue, en ese momento recordó el comentario de unos arrieros que días antes pasaron por la casa de Julia. Ellos habían contado que la guerra con Chile continuaba y los soldados de ese país venían matando a los peruanos que encontraban a su paso, sin importarle los niños, mujeres o ancianos: pero lo más indignante y preocupante era que esos miserables hombres antes de asesinar a las mujeres las violaban. Los perros ladraban desesperados, los hombres estaban muy cerca de ella, de pronto escucho una voz que le decía:

-          - ¡ Hey! – grito uno de los hombres – no te escondas, no tengas miedo, no te va a pasar nada, solo dinos si hay una casa cerca, tenemos mucha hambre y hay dos hombres enfermos.

La joven  temblaba, no sabía qué hacer, nuevamente volvieron a su mente las palabras de los arrieros y se puso a llorar.

-          ¡Somos peruanos! – hablo otro de los militares mientras se acercaban más y más – ayúdanos hija no  tengas temor, llevamos en nuestras venas la sangre incaica, la misma sangre que tu llevas, ¿Somos peruanos, somos tus hermanos ¡

La muchacha  no tuvo otra alternativa y decidió dar la cara.

-          No me hagan daño por favor – dijo la pastora con voz temblorosa.

-          No te preocupes muchacha ¿ Cuál es el camino a Huamachuco?

-          Por acá, hacia arriba

-          ¿Hay alguna casa cerca?

-          Si, la casa de mi patrona queda acasito nomas, por ahí pasan los viajeros que van a Huamachuco, y también a otros lugares.

-          Vamos es importante hablar con ella

Josefa, ya un poco más tranquila, camino junto a los combatientes indicándoles el camino a seguir, al cabo de quince minutos llegaron a la Pampa de La Julia. Julia al ver a los soldados se sorprendió y corrió apresurada a su casa, la pastora entro y  conto todo a su patrona que estaba muy asustada,  ella entendió que era importante su apoyo en este momento, salió e hizo pasar a los jefes del grupo, la casa era pequeña por la cual el resto de soldados quedo en el patio, Después que los jefes de la tropa explicaron a Julia el problema que estaban atravesando nuestra patria, la mujer sirvió leche y pan para todos los soldados; mientras tanto Josefa atendía a los enfermos.

-          Los afectado la altura ( La pampa de la Julia se ubica a 4000 m.s.n.m a 10 minutos en auto del Distrito de Quiruvilca ) – comento la pastora- se han lavado los pies en agua de eucalipto con sal y han tomado tecito de anís con limón bien caliente, ya va a pasar el malestar, están demasiados cansados, deben descansar un momento.

-          ¡Qué bien muchacha! – respondió uno de los militares – eres ágil e inteligente, no tenemos mucho tiempo el enemigo está cerca.

Desde entonces las mujeres se mostraban más preocupadas e intranquilas, a cada momento salían a la pampa para observar quien se acercaba o por que los perros ladraban, transcurrió la tarde y afortunadamente no pasó nada

-          Josefa – hablo Julia – vamos a rezar antes de acostarnos, rogaremos a Diosito, por nuestras familias, por nuestros soldados, por nuestra patria y por la paz.

Ambas habían acordado pasar la noche juntas para hacerse compañía y apoyarse en caso pasara algo, la noche aparentemente estuvo tranquila no pudieron dormir pensando en que cualquier momento llegaría el enemigo. Cuando empezó a amanecer los perros empezaron a ladran desesperadamente, entonces se escucharon tres disparos, las mujeres un tanto confundidas y llenas de miedo se acercaron a la pequeña ventana desde sonde pudieron ver a hombres con trajes militares, eran sin duda los soldados enemigos.  De pronto una voz fuerte y desagradable dijo:

-          ¿Todos los  que están dentro, salgan con las manos en alto, si obedecen no les va a pasar nada! – las mujeres no sabían que hacer, si salir o tratar de escapar por la otra parte posterior de la casa, más el fervor patriótico de Julia salió a relucir:

-          ¡ Vamos Josefa! En nombre de Dios del cielo y por nuestra patria salgamos, tenemos que cumplir con el pacto que hemos hecho con nuestro ejército – las dos mujeres con las manos en alto salieron a la puerta de la casa.

-          - ¿Y los demás por que no salen? - reclamo el hombre con tono energético - ¿Dónde están los varones de esta casa?

-          No hay nayde mas señor, estamos solas – contesto Julia

-          ¿Cómo que están solas?, busquen hasta el último rincón ordeno a los soldados – los soldados ingresaron a la casa y buscaron en todos los lugares además de romper las cosas que encontraban en el camino – No hay nadie más jefe – informo uno de los soldados.

-          Seguramente han huido los cobardes, a propósito ¿A  qué hora paso la tropa de soldados peruanos por este lugar?

-          Hará cosa de dos horas señor, han pasado cuando ha  estado oscuro todavía – respondió Julia, recordando las recomendaciones del capitán peruano.

-          Si las huellas están frescas, van cerca  no hay por que apresurarse tenemos que alimentarnos bien para soportar la larga caminata – especifico el militar.

-          ¿Hay algo que comer acá? – pregunto otro de los soldados

-          Solamente tenemos pan y chicha – contesto Julia.

-          ¿Y esas vacas, no dan leche?, si no dan leche que den carne – hablo uno de los soldados de manera irónica.

-          Si hay leche – respondió Julia – solamente falta hervirla

-          Que esperan la tropa tiene hambre

Las mujeres se dirigieron rápidamente a la cocina para hacer fuego y hervir la leche, mientras tanto los militares se dirigieron a las reses y a punta de bala las asesinaron, con sus puñales y a tres de los animales los desangraron, desgarraron el cuero y dejaron lista la carne para ser sazonada, inmediatamente ordenaron a las cocineras preparar una res para la tropa, las demás las llevarían como provisión para su viaje. Las mujeres al ver a sus animales asesinados, se les desgarraban el alma y empezaron a llorar, sentían la más profunda tristeza e ira y al mismo tiempo la impotencia de no poder reclamar nada, pues los asesinos estaban dispuestos a todo. Había que obedecer a los uniformados, pues sus movimientos eran controlados por los soldados. Cada vez que podían las mujeres hablar en silencio  recordaban el plan acordado con el ejército peruano. Los hombres devoraron el pan en un dos por tres, tomaban la chicha y estaban en espera que las  cocineras terminen de cocinar la res. Las damas sirvieron el rico potaje, que en esa oportunidad tenía bastante ají, por lo cual los soldados chilenos pedían cada vez más y más chicha peruana, pero en esta ocasión aquella bebida nacional tenía un ingrediente muy especial y particular, los soldados quedaron complacidos con la comida que aquellas mujeres prepararon demostrando el sazón y gusto con las hierbas del campo como el orégano, algunos soldados que se vieron afectados por la altura no comieron ni bebieron. El ingrediente que se colocó en los alimentos de los soldados chilenos era un veneno incoloro, inodoro e insípido, por lo cual los soldados no sintieron nada en especial al momento de ingerirlos (Según narra la gente antigua de esas zonas el veneno que Julia utilizo le fue dado por dos brujas que Vivian en la punta del cerro SHULCAHUANGA el cual fue preparado en base  a hierbas de ese lugar). Los enemigos terminaron de comer e inmediatamente iniciaron la caminata en busca de la tropa peruana.

Al cabo de una hora aproximadamente se escuchó nuevamente el estruendo de balas y gritos:

-          ¿Qué les ha dado de comer a mis compañeros, mujeres de mierda?- eran soldados que les había afectado la altura y no habían probado ningún alimento preparado por ambas mujeres, solo comieron el pan serrano- ustedes han matado a varios de mis amigos, hasta mi jefe acaba de fallecer.

-          Yo no sé de qué habla señor, no les hemos dado nada de malo

-          ¿Cómo que no nada?, mentirosa – diciendo esto le disparo una bala en la sien, Julia vio cómo su amiga cayó al piso, sintió rabia, pena y todos los sentimientos encontrados, recordó como conoció a Josefa desde pequeñas, como cantaba cuando pasteaba a sus ovejas, su bella sonrisa- las lágrimas mojaron sus mejillas, pero en ese instante el corazón se le agrando y comenzó a gritar cual mujer loca de patriotismo y recordando la promesa que le hizo a los soldados del ejército peruano.

-          ¡VIVA MI PERU QUERIDO! , ¡MATENME SI QUIEREN!,  YO HE MATADO A ESOS PERROS ABUSIVOS DE SUS COMPAÑEROS.

-          ¡Cállate mal nacida! – le grito el soldado enemigo dándole un fuerte coletazo con el fusil. La mujer se retorcía de dolor, cogiéndose el estómago - Vamos a ver si eres tan valiente  como dices – el abusivo le propino dos patadas - ¡Párate! – la tomo de los pelos y la levanto - ¡Párate! Vas a morir como cualquier cosa….- el militar se retiró a unos cuantos metros de la mujer y llamo a sus soldados.- vengan, todos apúrense, a la voz de tres dispararon.

La mujer con las manos juntas, mirando hacia el cielo parecía pedir perdón a Dios

-          ¡Maldita hasta acá llegaste, te llego tu hora!, haber mujercita valiente ahora que dices?

Julia tenía un pañuelo rojo y blanco en la mano derecha la cual levanto lo más alto que pudo y sacando fuerzas de lo más profundo de su ser grito con todas sus fuerzas

-          ¡ VIVA EL PERU ¡!!!!!!!!!!!!!!!

-          Uno, dos, tres – sonaron los disparos y todo se quedo en silencio.

Tomado de un programa de la Fiesta de Quiruvilca

Se reserva el nombre del autor.